Su último gesto de amor: Francisco entregó lo poco que le quedaba a los más olvidados

En un acto final profundamente simbólico, el Papa Francisco destinó los últimos fondos de su cuenta personal –200.000 euros– a un proyecto dentro de una cárcel de menores. Fue un gesto conmovedor, que sintetiza toda una vida de compromiso con los más vulnerables, especialmente los reclusos, a quienes siempre consideró parte esencial de su misión pastoral.

Según reveló el obispo Benoni Ambarus, responsable de la pastoral carcelaria en Roma, Francisco fue directo: “Casi no me queda nada, pero aún puedo dar algo”, y con esas palabras entregó una suma crucial para ayudar a saldar una hipoteca sobre la fábrica de pasta de la cárcel de Casal del Marmo. El proyecto, que ofrece formación y empleo a jóvenes detenidos, podrá ahora ampliar su alcance, bajar costos y contratar a más internos.

Este último acto de generosidad selló una vida marcada por la cercanía con los presos. El Papa no solo los visitó repetidamente –como en su emotiva visita al penal de Regina Coeli apenas cuatro días antes de su muerte– sino que también los hizo parte de momentos clave de su pontificado. En diciembre pasado, por ejemplo, rompió con la tradición al abrir una Puerta Santa en la cárcel de Rebibbia, haciendo de ese lugar un símbolo de esperanza en el inicio del Año Santo 2025.

“El Papa siempre quiso que los presos se sintieran reconocidos y dignos”, recordó Ambarus. “Para él, eran sus hijos predilectos”. Desde su fallecimiento, han llegado mensajes de dolor desde muchas cárceles del mundo, e incluso algunos reclusos pidieron que se colocara una flor sobre su tumba, como agradecimiento eterno.

Francisco no solo abrió puertas físicas. También nos enseñó, hasta el final, a abrir las del corazón.

Francisco soñó con un mundo distinto.
Durante su paso por la Iglesia, intentó sembrar paz, amor y respeto. Nos llamó a mirarnos con más cariño, a cuidarnos unos a otros, a no ser indiferentes al dolor ajeno. Algo de todo eso logró, dejó huellas profundas. Pero aún queda mucho por hacer para que el mundo comprenda que cambiar es posible… si realmente lo queremos.