Una historia tan conmovedora como desgarradora cobró vida sobre el escenario del Café del Auditorium. «Acacia Montero», la obra de Alberto Migré, protagonizada por la talentosa Nora Cárpena, nos sumergió en un relato que tocó fibras profundas y arrancó lágrimas a casi todos los presentes.
En el corazón de Mar del Plata, a fines de los años 60, nos muestra a Acacia Montero, una mujer que, como tantas, dedicó su vida a la familia. Sin embargo, con el paso del tiempo, sus hijos crecieron, su esposo se alejó y ella quedó sola, vacía de todo aquello que alguna vez le dio sentido a su existencia. Desesperada por recuperar la atención y el amor de los suyos, Acacia inventa una enfermedad. Su mentira logra lo impensado: todos vuelven a reunirse, a estar cerca, a preocuparse por ella. Pero lo que comienza como un engaño pronto se convierte en la verdad más triste: Acacia Montero, que solo buscaba amor, termina atrapada en la soledad más absoluta.
La puesta en escena en el Café del Auditorium se podrá disfrutar nuevamente los días 12, 19 y 26 de febrero a las 18 horas, con un elenco de primer nivel, logró revivir la esencia de un clásico del radioteatro, capturando la nostalgia de una época dorada y la universalidad de los sentimientos humanos. Nora Cárpena brilló en su interpretación, acompañada por Emilio Comte, Luciana Cárpena, Rodolfo Barone, Sebastián Pozzi y Mery Waller. La narración de Marcelo Goñi, el sonido de Darío Ponce de León y la musicalización bajo la dirección de Víctor Agú completaron una propuesta inolvidable.
Ahora, la emoción se traslada al Café Teatral Emilio Alfaro del Teatro Auditorium, donde “Acacia Montero” continuará presentándose en formato de radioteatro, con entrada libre y gratuita. Con la adaptación de Víctor Agú y Sebastián Pozzi, esta obra nos recuerda el poder de la ficción para reflejar las verdades más profundas de la vida: el amor, la pérdida y el anhelo de ser importante para quienes más amamos.
Una historia que dejó su huella en los corazones del público, demostrando que el teatro sigue siendo un espejo del alma, donde las emociones no solo se representan, sino que se viven en cada palabra, en cada gesto y en cada lágrima derramada en la oscuridad de la sala.
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