Su padre lo abandonó a los 3 años, su hija murió a los 8 meses, su esposa murió en un accidente de auto, su mejor amigo murió de sobredosis. Y a pesar de todo a Keanu Reeves, su brillo jamás se le fue, jamás se le acabó el mundo.
Mientras filmaba la película “La casa del lago”, escuchó la conversación de dos ayudantes de disfraces, y una mujer estaba llorando porque perdería su casa, de no pagar una cantidad de 20 mil dólares. Él se los depositó a su cuenta.
En su cumpleaños del 2010, entró él solo a una panadería y se compró un cupcake con nada más una vela. Mientras se lo comía afuera invitó a todos los clientes café y pan gratis. Ese fue su cumpleaños de lujo.
Con lo que ganó de la trilogía de Matrix, repartió 50 millones de dólares al personal de efectos especiales, porque según él, ellos fueron los verdaderos héroes de las películas.
Él casi no tiene dobles de acción, mas que para cosas muy específicas como las acrobacias, por eso mismo, reconoció la labor de sus dobles, y le regaló a cada uno, una moto Harley Davidson.
Hasta la fecha, usa regularmente el metro y demás sistemas de transporte público como el autobús cuando el caso lo requiere por ser lo más práctico, y nunca tiene vergüenza.
Una cantidad muy grande de hospitales, dicen haber recibido decenas de millones de dólares provenientes de él.
Donó el 90% de su salario en algunas películas, para que la producción contratara a otras estrellas.
En 1997, un paparazzi lo encontró en la calle sentado al lado de un indigente, oyendo la vida del sin hogar y desayunando con éste.
Todo lo bueno que sabemos de Keanu Reeves, no nos lo contó él, sino quienes fueron beneficiados por él. Jamás salió a declarar nada.
Por todo lo que vivió, pudo haber tenido una visión de la vida más triste y pesimista, pero aún así él prefirió, ser ese algo bueno entre todo lo malo que hay.
Por: Kory Guerrero
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